El Imperio Angelini pisa Puerto Libertad.
Muchos veces se propone unir las luchas de los pueblos de América Latina. Eso mismo ha logrado, el multimillonario chileno Anacleto Angelini, una
de las 10 personas más ricas de América Latina, quién -según la Revista Forbes-logró aumentar su fortuna de US$ 1.400 millones a US$ 2.500 millones entre 2003 y 2004.
Gracias a su tesonera labor y a la aplicación de las mismas políticas empresariales, Angelini provocó consecuencias similares a ambos lados de la cordillera. Ahora tanto el pueblo Mapuche del sur de Chile y los pobladores del norte de Misiones enfrentan sin saberlo a una misma empresa: el
Grupo Arauco.Apodado por los obreros chilenos como
“Il emperatore”, la historia de este inmigrante italiano suele utilizarse para construir la versión chilena del “sueño americano”. Sin embargo, la biografía de Angelini no es otra cosa que la historia de la implantación del neoliberalismo en nuestro continente.
Este hombre “sencillo”, oriundo de la rica y culta ciudad de Ferrara, comenzó la construcción de su imperio con el proceso de privatización de empresas estatales durante la dictadura de Pinochet. Pero fue en 1985 cuando se garantiza el control de Celulosa Arauco y Constitución (CELCO) y Forestal Arauco, con las cuales funda su reino forestal. Durante la dictadura se expandirá en los negocios pesqueros y de seguros de vida. Actualmente es uno de las mayores productores mundiales de harinas y aceites del pescado. Al contrario de lo que muchos creían, la llegada de la Concertación significó el ingreso a un periodo lucrativo sin precedentes.
El emperador pudo repetir la misma estrategia en Argentina. El
Grupo Arauco desembarcó en 1996 para comprar la mayor empresa forestal del país, Alto Paraná, que había sido creada en 1976 . Según su propio sitio web, en la planta realizaron inversiones del orden de los 800 millones de dólares. También pregonan que están interesados
“la protección del medio ambiente” es la “materia fundamental de su Política de Responsabilidad Empresaria”.
Entre Valdivia y Misiones.De forma muy distinta piensan quienes viven cerca de las plantas de pulpa de celulosa del Grupo Arauco en la ciudad chilena de Valdivia y en las localidades misioneras de Puerto Libertad y Puerto Esperanza.
El Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales (OLCA) determinó que la actividad del Grupo Arauco está causando “la destrucción del Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter en el río Cruces, la muerte de más de 3.000 cisnes de cuello negro y de otras especies, y generando grave riesgo para la salud de la población”. Además, un estudio de la Universidad Austral de Valdivia determinó la directa responsabilidad de la empresa por la destrucción de los ecosistemas.
En Puerto Libertad y Puerto Esperanza faltan estudios precisos sobre el tema. Sin embargo, una breve recorrido por esos pueblos permitirá observar que las chapas de los coches y los tejados sufren un desgaste mayor que lo habitual. Más grave aún; se encontrará un alto número de niños con problemas respiratorios, infecciones oculares e irritaciones pulmonares. Es simple suponer que en una zona tan agreste, el gran número de patología es producto de los gases provenientes de la planta de celulosa de Alto Paraná.
Otro problema que une a chilenos y argentina son los conflictos territoriales. Diversas comunidades mapuches del sur de Chile están enfrentadas al Grupo Arauco, quién aparentemente habría ocupado terrenos de forma ilegítima. Organismos de Derechos Humanos asocian a los intereses del “emperador” con diferentes actos de represión diversos y presiones contra dirigentes comunitarios.